El debate sobre el nombre, la lucha por la incorporación al gobierno universitario y los desafíos laborales. Un repaso de la historia en clave de reconocimiento al personal Nodocente de la FCEFN y de toda la UNSJ.
Nada más determinante en la identidad de alguien o algo que su propio nombre. Es a partir de esa identificación que se comienza a “ser” de una determinada manera y a diferenciarse de otras. En el caso de las instituciones, o de cualquier otro agrupamiento de personas constituidas con fines específicos, el nombre suele ser esclarecedor de la “razón de ser” y de los objetivos que persiguen.
Por eso resulta curioso que un colectivo laboral se reconozca (o se reconociera) por lo que no es, es decir por la negativa. Este es el caso de los trabajadores y trabajadoras del estamento “Nodocente” de la Universidad Nacional de San Juan (UNSJ), y de todas las universidades argentinas, que durante años discutieron cómo superar la connotación negativa que la interpretación literal del nombre derrama sobre la propia identidad.
¿Quiénes son los nodocentes?
El estamento comprende a todos los trabajadores y trabajadoras de las universidades nacionales -excepto el personal docente-, que cumplen roles determinantes para el logro de los objetivos diarios y fin último de estas instituciones educativas.
Los nodocentes son los que permiten cada mañana que los edificios abran sus puertas y las aulas, laboratorios, oficinas y demás espacios estén en condiciones para el inicio de las tareas cotidianas; son los que habilitan y registran cada acta de examen en la que se vuelcan las valoraciones de los futuros profesionales y también los que sostienen la administración general de la universidad, velando por el correcto uso de las normas y los procedimientos; son los que detrás de un volante garantizan seguridad en cada salida de campo y también los que promueven desde la comunicación, y en algunos casos desde la extensión y la investigación, un mejor diálogo entre la Universidad y la sociedad.
Los nodocentes suelen ser aquellos a los que se recurre frecuentemente ante cualquier emergente y siempre están a mano con una solución.
En los orígenes de la UNSJ, hace 50 años, el estamento era identificado con un nombre muy parecido al actual: “No docente”, tal como lo establecía el Estatuto de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo), que había sido tomado como propio por la UNSJ en su etapa de normalización institucional. En esos primeros tiempos el estamento tenía una participación “por invitación” en los órganos de gobierno, que estaban en formación.
El nombre del estamento y la intervención en el cogobierno fueron temas de debate durante la gestación del primer Estatuto de la UNSJ, tras el obligado paréntesis que había impuesto la dictadura cívico militar.
En ese proceso institucional, que se inició con la gestión del primer rector electo, el arquitecto Sebastián Villar (1986-1988), y continuó en el primer mandato de quien lo sucedió en el cargo, el ingeniero Tulio Del Bono (1988-1990), el estamento logró dos importantes conquistas. Por un lado, consiguió ser reconocido con un nombre menos controversial y, por el otro, logró incorporarse al cogobierno de la UNSJ.
Sobre esto último, uno de los primeros antecedentes se remite a mayo de 1986, cuando el Consejo Superior (CS), después de insistentes reclamos de diferentes grupos políticos y la voluntad que había manifestado un mes antes la Asamblea Universitaria a instancias de la entidad gremial del sector, la Asociación del Personal de la Universidad Nacional de San Juan (APUNSJ), ordenó la incorporación de tres (3) representantes del estamento a ese órgano colegiado (Ord. N°5/86-CS).
La medida estableció que esos representantes tendrían un mandato de tres (3) años de gestión y debían ser elegidos por sus pares en una elección secreta convocada por la autoridad universitaria; pero, según la misma norma, hasta tanto se materializara el proceso electoral, la representación se haría efectiva a través de personas designadas por el gremio, al efecto de garantizar la presencia del estamento en los continuos debates de esos días por el nuevo Estatuto.
Los representantes sindicales designados fueron Jorge Rodríguez, Martha Del Cid y Osvaldo Grosso, por entonces, las máximas autoridades de la APUNSJ. Hasta ese momento, tanto en el Consejo Superior como en los consejos directivos, los representantes nodocentes podían participar y opinar en las deliberaciones, pero no estaban habilitados para votar.
Finalmente, tras la elección en la que participó todo el estamento, los primeros consejeros superiores elegidos por sus pares fueron Carlos Alberto Aguirre (Salud Universitaria), Ernesto Oscar Carrizo (FaCSo) y Domingo Domínguez (Obras y Servicios).

Carlos Alberto Aguirre, Ernesto Oscar Carrizo y Domingo Domínguez, los primeros consejeros superiores elegidos por sus pares.
En los consejos directivos, la incorporación Nodocente se aprobó con la condición que el número porcentual de la representación no afectara el 50% asignado al estamento Docente; en la práctica terminó siendo dos (2) el número de consejeros.
La incorporación plena al cogobierno, es decir con voz y voto, como el resto de los estamentos (Docente, Estudiantes y Egresados), se aprobó finalmente en 1989, en la sesión de la Asamblea Universitaria celebrada el 14 de agosto en el Aula 2 de la Facultad de Ingeniería; la aprobación tuvo 43 votos a favor, 9 en contra y una abstención.

Los actuales consejeros superiores por el estamento Nodocente: María E. Navarro, Jorge A. Rodríguez, Marcela L. Saffe y Hugo A. Cicero.
En esa misma sesión se determinó que el número de representantes en el Consejo Superior sería igual a la mitad de la cantidad de facultades, con la aclaración que en caso de ser un número con fracción se tomaría el inmediato superior.
En los hechos terminaron siendo tres (3) los consejeros del sector; años más tarde la representación se extendería a cuatro (4), como consecuencia de la adecuación a la Ley de Educación Superior. En ese día histórico también se decidió que el nuevo nombre del estamento sería “Personal de Apoyo Universitario”.
El proyecto que aprobó la Asamblea recuperaba los antecedentes que había sobre el tema hasta entonces y fue presentado por Beatriz Pereyra, Pedro Luna, Loris Spadaccini, Carlos Tornello y Rosa Alonso. Este grupo de trabajadores era auspiciado por la APUNSJ, usina intelectual de la propuesta y artífice de los acuerdos políticos que posibilitaron la aprobación.
La iniciativa contó desde el principio con fuertes objeciones de algunos sectores de la comunidad universitaria; falta de idoneidad para la gestión y desconocimiento de los temas académicos, fueron algunos de los argumentos más repetidos por quienes se oponían a la ampliación del cogobierno con los nodocentes, desde una posición claramente elitista. Sin embargo, fue determinante la presión del estamento y la posición favorable que asumió el presidente de la Asamblea y rector de la UNSJ, Tulio Del Bono.
A fines de 1989, tras la promulgación del flamante Estatuto, la UNSJ se convirtió en la primera Universidad del país en incorporar en el cogobierno al estamento Nodocente, después de la Universidad Tecnológica Nacional. Un acontecimiento de vanguardia y absoluta justicia.
Los Pioneros
Los primeros consejeros superiores electos (con derecho a voz y voto) fueron Jorge Ramírez, Juan Marcelo Cachi y Juan Manuel Escobar. En las facultades, en tanto, los primeros consejeros elegidos por sus pares fueron Beatriz Pereyra y Germán Dates, en Ingeniería; Pedro Luna y Norma Sánchez, en Exactas; Ernesto Ortega y Luis Mercado, en Sociales; Luis Inojosa y Víctor Montaña, en Filosofía; Jorge Peñaloza y Osvaldo Grosso, en Arquitectura.

Norma Sanchez y Pedro Luna fueron los primeros consejeros directivos por el estamento Nodocente de la FCEFN, elegidos por el voto directo de sus pares.
En la etapa previa a la sanción del Estatuto (1986-1989), los representantes del estamento participaban como invitados y solían alternar en la función. Según consta en las actas de la Asamblea Universitaria, los primeros referentes en ese órgano de gobierno y, por lo tanto, también en los consejos directivos fueron: Rolando Quiroz, Luis Sasso y Beatriz Pereyra (Ingeniería); Daniel González Kriegel, Pedro Luna y Roberto Flores (Exactas); Margarita Camus, Carlos Tornello y Manuel Bernaldez (Sociales); Norma Chaín, Eduardo Macowski y Rosa Alonso (Filosofía); María Elena Deiana, Jorge Peñaloza, Loris Spadaccini y Osvaldo Grosso (Arquitectura). Varios de estos representantes tuvieron un rol protagónico en la causa de lograr la participación del estamento en el gobierno universitario.

Los actuales consejeros directivos de la FCEFN por el estamento Nodocente: Vanina Kedl, Ángel Escudero, Elena Seva, Jorge Rodriguez, Irene Montaña y Guillermo Tur.
El nombre del estamento, ¿un debate cerrado?
A nivel nacional, la discusión por el nombre del estamento tuvo un momento destacado en 2016, cuando se debatió una actualización del actual Convenio Colectivo de Trabajo (CCT – Decreto 366/06). En ese contexto, los representantes gremiales de todas las universidades del país dedicaron un buen tiempo y esfuerzo a evaluar distintas alternativas de nombres para el estamento.
Hasta ese momento se reconocían en el sistema universitario varios apelativos, a saber: “Personal de Apoyo Académico”; “Co-docentes”; “Personal de Administración y Apoyo”; “Personal Administrativo, Técnico y de Maestranza”; “Personal de Apoyo Universitario” y, el más generalizado en el conjunto de las universidades nacionales, “No Docente”.
Los congresales sindicales cerraron aquel debate con el acuerdo de vincular la conjunción “No” con el sustantivo “docente” y dar origen así al nombre “Nodocente” (en mayúscula y todo junto). El propósito fue instituir el nuevo vocablo en una especie de marca registrada y homogénea de la identidad del estamento en todas las universidades nacionales.
La UNSJ incorporó la nueva denominación en la reforma estatutaria del año 2019.
A entender del autor de este artículo, el nombre resultante del cónclave sindical y el cierre formal de la discusión no ha terminado de superar acabadamente la controversia inicial y el asunto sigue siendo un atractivo desafío intelectual, que puede alimentarse con la pregunta: ¿es posible un nombre mejor?
El historial de este debate, irrelevante si se lo piensa escindido de la identidad personal y laboral de sus protagonistas, pone en evidencia lo difícil que resultó y resulta otorgar un apelativo que encuadre a la enorme cantidad y variedad de funciones comprendidas en este colectivo laboral; y también lo imprescindible que es el estamento para la existencia de la institución universitaria.
Capacitación y formación
Un aspecto que ganó importancia con el correr de los años en este estamento de la UNSJ fue la capacitación y la formación. La creciente complejidad de la gestión universitaria hizo cada vez más necesaria la disponibilidad de agentes bien preparados.
Los primeros cursos de capacitación comenzaron a implementarse de manera orgánica a mediados de la década de los ochenta, durante la gestión del Rector Sebastián Villar y de la Vicerrectora Cristina Krause. La unidad responsable de llevar adelante la tarea fue la Dirección General de Coordinación Administrativa, luego devenida en Dirección General de Organización y Control.
El primer curso en dictarse fue sobre aspectos organizativos con la participación de personal técnico de la Secretaría de la Función Pública de la provincia y la colaboración del Secretario Académico de la Universidad, Prof. Edgardo Mendoza.
Luego le siguieron capacitaciones en administración, estadísticas, recursos humanos, contrataciones, gastronomía, mayordomía y otros servicios generales, según recuerda el Lic. Vicente Grégori, titular de la citada unidad. Las capacitaciones eran gratuitas para el personal y no tenían más beneficios que el conocimiento que allí se generaba; los capacitadores eran docentes de la misma UNSJ y no cobraban por ese servicio.
Tiempo después, en 1996, la Universidad estableció el Régimen de Capacitación y Perfeccionamiento Permanente para todo el personal comprendido en el Escalafón del Decreto N°2213/87 (Ord. Nº11/96-CS). Y un año más tarde se estableció el actual Régimen de Formación Continua y Permanente para el Personal Nodocente (Ord. Nº14/97-CS), encuadrado en el actual CCT y cuya unidad responsable es la Junta de Coordinación (JC), también llamada Junta de Capacitación.
A través de esta unidad, la UNSJ abrió a fines de los años noventa un proceso que posibilitó la terminalidad escolar obligatoria de un importante número de agentes. Por entonces, un 5% del estamento no tenía completo el nivel primario y un 20% no había concluido el nivel medio, según datos de la JC. La finalización de ambos trayectos (primaria y secundaria) se instrumentó mediante convenios con el Ministerio de Educación de San Juan, a través del Programa Nacional de Alfabetización y los Centros Educativos de Nivel Secundario (CENS), respectivamente.
También un importante número de trabajadores realizó estudios de grado y posgrado, tanto en la UNSJ como en otras universidades, además de cursos de capacitación, actualización y perfeccionamiento, orientados a atender necesidades específicas de la Universidad.
Esta política institucional se potenció más tarde con la implementación de la Tecnicatura y la Licenciatura en Gestión Universitaria. Y hoy alcanza su máxima expresión con la formación a nivel de posgrado, impulsada por la Federación Argentina del Trabajador de las Universidades Nacionales (FATUN).

Personal Nodocente del Observatorio Astronómico “Felix Aguilar” (Chimbas) y de la Estación de Altura “Carlos U. Cesco” (Calingasta).
El impacto de las nuevas tecnologías está configurando nuevos y complejos escenarios laborales en las universidades públicas. Por lo tanto, la capacitación continua y la formación serán dos (2) cualidades cada vez más importantes en el perfil del estamento. Este es el desafío que tienen por delante los trabajadores y las trabajadoras nodocentes, para seguir ocupando un rol protagónico en la inconmensurable y hermosa tarea de garantizar una educación democrática, gratuita, laica y de calidad.
La Universidad, mucho más que un lugar de trabajo
Una característica que se le atribuye con justicia al estamento Nodocente es el sentido de pertenencia hacia la institución universitaria. Una identificación tan emocional como racional que se explica, entre otras razones, por la naturaleza de las tareas que desarrollan sus integrantes, el tipo de relaciones que establecen con el resto de la comunidad educativa y la cantidad de horas diarias que permanecen en la institución.
Para los trabajadores y las trabajadoras nodocentes, la Universidad pública no es solo un lugar de trabajo.
A continuación cuatro (4) historias que dan cuenta de esa pertenencia y que, al mismo tiempo, reflejan los avatares de la historia de San Juan, del país y de la vida misma.

Margarita Camus trabajó como Nodocente y militó por la participación del estamento en el gobierno de la UNSJ. Luego fue docente de grado y posgrado en la Facultad de Ciencias Sociales.
Margarita Camus ingresó a trabajar a la UNSJ en 1974, al mismo tiempo que empezó a estudiar Sociología en la Facultad de Ciencias Sociales (FaCSo); tenía apenas 18 años y prestaba servicios como auxiliar de la secretaria privada del entonces Rector Normalizador, ingeniero Julio Millán. En ese puesto cumplió funciones hasta pocos días después del golpe militar de 1976, cuando fue trasladada a la obra social DAMSU.
Según recuerda Margarita, aquel traslado fue dispuesto por el director administrativo de la Universidad, Magín Pages, con el objeto de protegerla del clima de violencia creciente que se vivía por esos días en el Rectorado, bajo las órdenes del interventor militar, capitán odontólogo Jorge Fernández Monge, conocido después como “el Rector dentista”.
Si bien la joven no lograba dimensionar por aquellos días la gravedad de la situación que se vivía, entendía que su condición de nieta del reciente destituido gobernador de San Juan, Don Eloy Camus, la ponía en un lugar de peligro. Y no se equivocaba, en noviembre de ese año fue detenida y trasladada al penal de Chimbas; a partir de ese momento fue varias veces vejada, torturada, sometida a simulacros de fusilamiento y expuesta ante la presencia de su abuelo, también detenido. El calvario se prolongó cinco años, uno en San Juan y cuatro en el penal de Devoto.
Mientras esto ocurría, la intervención militar de la UNSJ la declaró “prescindible”, como a muchos otros trabajadores. Recién a fines de 1981 logró recuperar su libertad y de inmediato, como no había certezas sobre la continuidad de la carrera de Sociología, comenzó a estudiar Abogacía en la Universidad Católica de Cuyo.
La reincorporación de Margarita a la UNSJ como trabajadora nodocente fue con la vuelta a la democracia en la gestión del Rector Normalizador Hugo Segundo Médici; estuvo unos días en DAMSU y luego pasó a cumplir funciones en el Departamento Alumnos de la FaCSo.
En esa Facultad hizo carrera como nodocente; allí fue la primera representante en el Consejo Directivo elegida por sus pares y desde ese lugar fue una activa militante de la incorporación del estamento al gobierno cuatripartito de la UNSJ, en la época de la normalización institucional.
A mediados de la década del 90´, Margarita fue funcionaria en la gestión del Decano Carlos Yanzon. Por ese tiempo impulsó, junto a la agrupación “26 de noviembre” y a su compañero de militancia Diego Fiol, la creación del “Bosque de la Memoria”, en honor a los desaparecidos que dejó la dictadura, entre ellos Rolando Scadding y Florentino Arias, trabajadores nodocentes de la imprenta de la UNSJ.
También por ese tiempo, ya como abogada matriculada, se incorporó al plantel docente en la Especialización en Criminología, también en la FaCSo. En el año 2002 fue convocada por el Rector Benjamín Kuchen como asesora legal; y tres (3) años después fue designada Secretaria de Bienestar Universitario, en el segundo mandato del ingeniero Kuchen.
En el año 2007, la Dra. Margarita Camus fue nombrada jueza de Ejecución Penal en el Poder Judicial de San Juan, situación que la obligó a renunciar a su cargo Nodocente. Desde entonces recuerda con nostalgia su paso por el estamento donde cosechó entrañables amigos que aún hoy conserva.
Consultada sobre lo que significa para ella la UNSJ, Margarita responde con la misma convicción de aquella jovencita que hace 49 años comenzaba a trabajar en la institución: “la Universidad no debe ser solo una máquina de expedir títulos, debe estar al servicio de mejorar las condiciones de vida del pueblo, al servicio de un proyecto de país”.
Ver entrevista a Margarita Camus

Armando Sasso trabajó cuarenta y seis (46) años en la Escuela de Comercio Libertador Gral. San Martín de la UNSJ.
Armando Sasso cobró su primer sueldo cuando tenía veintidós (22) años y cumplía funciones de mantenimiento en la Escuela de Comercio Libertador Gral. San Martín (ECLGSM). Pero su historia con la institución comenzó en el mismo momento que llegó a este mundo, tres (3) años después del devastador terremoto de 1944.
Armando nació en una humilde cama de hierro gracias a los servicios de una partera que asistió a su madre en una precaria casilla de ondalit con techo de fibrocemento que estaba ubicada en el predio de la misma ECLGSM sobre la esquina de Caseros y Santa Fe. En ese lugar había sido designado como empleado su padre, Don Ángel, que junto a su familia cuidaba la obra de reconstrucción de los edificios dañados por el sismo.

Armando Sasso. Nació, creció, trabajó y se jubiló en la Escuela de Comercio Libertador Gral. San Martín.
Armando creció allí con sus seis (6) hermanos, correteando por los patios y galerías, mezclado entre los estudiantes y recibiendo el cariño de los maestros que dictaban clases en los viejos talleres de la Escuela Industrial, entre los que recuerda con especial afecto a Segundo Atampiz y a don Santiago Gerveno. Así fue su infancia hasta que entrada la adolescencia se mudó con la familia a una casa propia.
“Don Sasso”, como lo llamaban los estudiantes, se jubiló como Intendente y siempre fue reconocido en la comunidad de la ECLGSM por su compromiso con la institución; y también con la universidad, donde tuvo una activa participación política desde su estamento. Hoy, con 75 años, Armando vive con nostalgia el cincuentenario de la UNSJ. “Cómo no celebrar este cumpleaños, si la Universidad siempre fue y será mi casa”, dice.

Liliana Páez es trabajadora Nodocente de la Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes. Durante su niñez y adolescencia vivió en el edificio de la FFHA.
La historia de Liliana Páez, como la de su familia, está ligada a la Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes (FFHA) y a la UNSJ desde los mismos orígenes de esta casa de altos estudios. El padre de Liliana, Wilson Nicanor Páez, fue el primer Jefe de Ordenanza que tuvo el edificio de la calle Ignacio de la Roza, construido para albergar a la naciente FFHA, resultante de la fusión del Instituto Superior del Profesorado Secundario Domingo F. Sarmiento, el Instituto Superior del Magisterio de la Universidad Provincial Domingo F. Sarmiento y el Instituto Superior de Artes.
En 1973, los cinco integrantes de la familia Páez (el matrimonio Wilson y Mercedes y sus hijos Liliana, Mabel y Miguel Ángel) vivían en el 3° piso del flamante edificio, lugar reservado para “el encargado” y su grupo familiar. Don Wilson se ocupaba del mantenimiento general de las tres plantas y el resto de la familia ayudaba con las tareas cotidianas, que incluía la atención al público del primer buffet que tuvo la Facultad.
Liliana recuerda con nostalgia las concurridas ceremonias de estudiantes y docentes que abrían y cerraban cada jornada laboral frente a la bandera nacional. El mástil estaba en el centro de un pasaje que vinculaba el acceso de calle Mitre con el de la avenida Central, donde también había un largo cantero que la adolescente Liliana y su madre se ocupaban de embellecer con flores de estación.
Muchas y fuertes vivencias tuvo la familia Páez en ese lugar antes de ser echada por la intervención militar en 1979: la fiesta de los quince de Liliana; las celebraciones navideñas y de fines de año en las que se mezclaban familiares, amigos, empleados y autoridades de la Facultad; los coloridos corsos de la Ignacio de la Roza; el miedo creciente que imponía la dictadura con sus atrocidades; el terrible susto del terremoto del 77´, entre otras.

Liliana Paez celebrando su fiesta de 15 años en su casa, la sede de la FFHA. La familia Paez vivió hasta 1979 en el edificio de calle Ignacio de la Roza.
Liliana volvió a pisar la FFHA con la vuelta de la democracia, pero como trabajadora rentada de la UNSJ. Primero prestó servicios en Despacho, luego pasó a la oficina de Concursos y después inició un largo recorrido por varios cargos administrativos, al mismo tiempo que se involucró en la militancia política universitaria, seducida por el clima participativo de la época.
Liliana Páez se reconoce hoy infinitamente agradecida con la Universidad y la Facultad. Y a poco de jubilarse, vive sus jornadas laborales con sensaciones encontradas; siente que es hora de descansar, pero ya intuye lo difícil que le resultará la despedida de la que nunca dejará de ser su casa.

César Escribá trabajó treinta y tres (33) años como Nodocente en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (FCEFN). En esta Facultad fue Director de Contabilidad y Finanzas y Secretario Administrativo Financiero. También fue Consejero Directivo de la FCEFN y Consejero Superior de la UNSJ. Además integró los cuerpos de auditoría de DAMSU, INCJUPEN y Mutual del Personal de la UNSJ. Desde 2010 lucha contra la Enfermedad de Parkinson, que en 2014 lo obligó a jubilarse. “La universidad fue todo para mí”, asegura.
Galería de fotos. Trabajadores nodocentes de la FCEFN de la UNSJ.