Instituto de Informática: investigación con compromiso social

Nos visitó en el programa de radio Universidad “Encuentros con la Ciencia y la Tecnología” el Lic. Sergio Zapata,  Director del Instituto de Informática (IdeI), para dialogar sobre las tareas del instituto, el rol de los informáticos en la sociedad y la evolución histórica de esa unidad de investigación.

Sergio Zapata, director del Instituto de Informática de la FCEFNGustavo Carrizo: Sergio, en distintas ocasiones hemos entrevistado a investigadores del IdeI sobre proyectos puntules pero nos debíamos un panorama general del Instituto.

Sergio Zapata: Desde el Instituto siempre estamos predispuestos a llevar adelante la divulgación de lo que hacemos. Nos parece un deber, como parte de la universidad pública, tener informada a la sociedad sobre a dónde va el financiamiento y el apoyo que nos da.

El Instituto de Informática nace en los años 80, en un principio, como una unidad de servicio técnico hacia la propia facultad. Lo que llamaríamos hoy soporte técnico, es decir, un área encargada de la buena operatividad de las computadoras, los sistemas, la instalación de laboratorios, tendido de redes, etc. En ese momento Internet todavía no existía y básicamente esa era la función del Instituto. La verdad es que era función en los hechos, porque normativamente el Instituto nació ya con un perfil de unidad de investigación. Con el correr de los años, se ve la necesidad de retomar ese perfil,  plantear una impronta de investigación efectiva dentro del Instituto. Poco a poco fuimos cambiando esa modalidad de trabajo, con proyectos de investigación tanto locales como nacionales e incluso internacionales, procurando ampliar la frontera del conocimiento en el área específica de la Informática.

G.C-De alguna manera han vivido la experiencia de la Informática desde el imaginario social, se confundía la tarea de un informático con la de un soporte técnico.

S.Z-Exactamente, vale bien la aclaración porque de alguna manera, esa confusión es la que nos llevó a ese tipo de tareas. Nos costó hacer entender a las autoridades que nuestra función no era lo que se llamaba en esa época centro de cómputos. La función del Instituto era investigar, avanzar en el conocimiento de la Informática, pero no resolver problemas del día a día en la facultad. Yo siempre hago esta comparación para comprender nuestra función, a nadie se le ocurriría si se nos rompe una cuestión eléctrica, o un foco dentro del aula, llamar al Instituto de Energía Eléctrica para solucionarlo.

G.C -Pero había una confusión a nivel social, en el imaginario social existía eso de que el informático tenía que hacer todo, desde limpiar la bolilla del mouse hasta programar.

S.Z -Sí, no obstante, todavía existe una confusión de otro tipo, la ciencia de la Informática se ve todavía como una disciplina compacta, y en la cual el informático debe conocer todo lo relacionado a la tecnología. Para utilizar otra analogía, no le podemos exigir al médico traumatólogo que nos solucione algún problema del hígado, por ejemplo. En la medicina, desde el punto de vista de la sociedad, está muy bien delimitada y aceptada esa diferenciación de especialidades. En nuestro caso tenemos informáticos especializados en el área de redes, en el área de sistemas operativos, en aplicaciones, sistemas de información, etc. y son temáticas tan complejas que nadie puede abarcarlas a todas. Por suerte, toda esa diversidad de líneas temáticas las hemos podido albergar en el Instituto de Informática, y llevar adelante proyectos de investigación relacionados con cada una de esas especializaciones.

G.C-¿Cuáles son las líneas de investigación que se están trabajando hoy en el instituto?

S.Z-Bueno, en principio deberíamos decir que en los últimos años las ciencias y las líneas de investigación desde los organismos de Ciencia y Técnica nacional, se han orientado cada vez más a la investigación aplicada o a la transferencia de los conocimientos de la investigación. Es como trabajamos en el Instituto de Informática, entonces tenemos proyectos de investigación con énfasis en el desarrollo de tecnologías aplicadas para resolver problemas de la sociedad. También tenemos proyectos de investigación que aún se encuentran en la fase teórica, es decir una investigación más básica. Siempre digo, haciendo alusión a algunos dichos del Ministro de Ciencia y Técnica, que sostiene que la investigación básica no es más que una investigación aún no aplicada, es decir, que esta investigación siempre tiene por objetivo final el ser aplicada para una mejora de calidad de vida de la sociedad. Nosotros tenemos ese concepto, dejamos que fluyan proyectos que tienen una orientación específicamente de impacto social, como por ejemplo el  proyecto de videojuegos aplicados a la salud de Emilio Ormeño.

Hay también otros proyectos que tienden más a lo teórico, en un principio, pero tienen una aplicación que al final, es social; por ejemplo, proyectos que llevan adelante María Claudia Gómez o Sebastián García, que tienen que ver con lo Sistemas de Información, un área en la que se nota más la interdisciplinariedad de nuestra ciencia. Los Sistemas de Información cada vez más tienen un componente social, más humano, facetas que en ocasiones antes se había descuidado.

Cuando uno desarrolla tecnología, no solamente tiene que ver la bondad de la tecnología en sí, sino también, los factores externos que hacen que esa tecnología sea apropiada para el usuario, es decir, que sea usada, alcanzada, accesible, etc. Esos aspectos humanos en nuestra disciplina no habían sido tenidos en cuenta, y en los últimos años eso tiene una relevancia mayor. Nosotros vemos que, por esto de la facilidad del acceso a Internet de todo el mundo, la sociedad está cada día más vinculada, se rompen barreras de fronteras, culturas, idiomas, avizoramos un escenario, desde el punto de vista laboral, en el cual cada vez más van a existir trabajos llevados a cabo por grupos de personas que están geográficamente dispersas. Esta situación crea un sinnúmero de desafíos sociales y tecnológicos, porque hay que romper barreras de diversidad cultural, de horarios, de idiomas, de organizaciones. Con respecto a esta temática, estamos trabajando en dos líneas: una que tiene que ver con preparar al alumno para ese nuevo escenario, ajustando nuestros currículos, y la otra línea es, cómo desarrollar herramientas informáticas, tecnológicas que puedan cohesionar a grupos de personas que están dispersas. Es mucho más difícil generar confianza con una persona que no ves, que  habla en otro idioma, que tiene otra cultura, una confianza que es absolutamente necesaria para llevar adelante un buen trabajo. Hay un desafío ahí, entonces nos estamos involucrando en este tipo de proyectos.

G.C-Entonces, esta globalidad, ¿La están aplicando a nivel local?

S.Z-Sí, de hecho, hemos realizado varias prácticas con alumnos de universidades de distintos países, para estudiar este fenómeno de cómo se interactúa, cómo se coordinan los horarios, etc. Aunque esto a nivel mundial está en pañales, hemos logrado resultados favorables.

G.C- Contabas que el Instituto de Informática arrancó en los 80, y no sólo han tenido una evolución de tipo institucional, administrativo y en lo que hace a la investigación, sino que deben haber sufrido todos los avatares económicos, políticos de los últimos años, tanto las luces como las sombras. ¿Cómo han vivido esos procesos?

S.Z-Sí, exactamente. Nosotros hemos sufrido todos los ciclos. Me acuerdo que una de las primeras iniciativas que llevamos adelante fue mandar a personal del Instituto a capacitarse afuera, esto fue a fines de los 90, a distintas universidades de Europa. Cuando estos investigadores debían volver y empezar a producir acá, sobrevino la crisis del 2001. Ninguno volvió, están en Alemania, España, Canadá e incluso en Chile. Eso fue muy duro para nosotros porque habíamos apostado muchos años a eso. Luego aparece el Programa Raíces, que nosotros lo hemos bien utilizado, tuvimos la oportunidad y beneficio, bajo ese programa, de repatriar a la Dra. Silvana Aciar.

G.C-Silvana es uno de esos ejemplos paradigmáticos de científicos y académicos que vuelven gracias al Programa Raíces. Fue muy comentado.

S.Z-Para nosotros el de Silvana fue el ejemplo de la aplicación concreta de ese programa en nuestra unidad.

G.C- ¿Qué es lo que pasa en la interacción con el afuera de la Universidad? 

S.Z- Siempre hay desafíos, siempre hay estímulos a la investigación. En los últimos años, las líneas de investigación promueven más el acercamiento hacia los sectores productivos. Eso, aunque parezca sencillo entenderlo en un texto, no es tan fácil llevarlo a la práctica en un ambiente de investigación. Trae su trauma, por así decirlo. Lo que más cuesta es hacer entender que nosotros venimos de una cultura en la cual nuestro producto científico es el paper o publicación científica y eso es lo más valorado. Pero también es valioso que el investigador vaya a una industria, a una organización social, a una municipalidad y transfiera los conocimientos generados en un producto, en una tecnología concreta que ayude o beneficie hacia afuera. Los investigadores deben cambiar su modo de trabajo, y a veces cuesta,  esto es lo que mencionaba como trauma, como una situación de transición que no es sencilla. Pero para mí, la investigación idealmente debe  concluir en un beneficio social, especialmente en una universidad pública.

G.C-Mencionabas muchas experiencias con estudiantes, lo que implica que no existe una distancia entre el espacio académico y el de la investigación como podría ocurrir en otros espacios.

S.Z-Sí, es cierto lo que decís, pero poco a poco, está cambiando. Por ejemplo, en las convocatorias a becas, en muchos casos, nos faltan estudiantes. Esto porque la mayoría de los estudiantes ya están involucrados en otros proyectos de investigación y no pueden acceder a otra beca.

Creo que los alumnos que formamos deberían tener una formación en la ciencia, lo cual hace necesario que el alumno pase por una experiencia de investigación, idealmente a través de un proyecto.

G.C- Ahí se da el papel protagónico del instituto de investigación.

S.Z-Por supuesto, en todos nuestros proyectos hay alumnos trabajando. Hace 5 años, cuando había convocatorias de la Secretaría de Políticas Universitarias para la conformación de redes con universidades latinoamericanas, nosotros promovíamos que a través de esos financiamientos viajaran alumnos. De hecho viajaron  varios alumnos bajo el marco de un proyecto de investigación a otra universidad extranjera, financiados por esos proyectos de la Secretaría de Políticas Universitarias. Creemos que el alumno se beneficia en su formación de investigación y también socialmente cuando conoce otra realidad, otra cultura.

G.C-   Conocí casos de chicos de Informática que tuvieron su experiencia tanto en Colombia como en Francia. Y uno de ellos, regresó de Colombia, de una universidad privada en Bogotá, donde había estudiantes que pagaban bastante para estudiar y él no se sentía por debajo de la formación que allí se impartía. Volvió con una revalorización muy importante de la educación pública. (Ver nota a Hernán García y Maximiliano Alves)

S.Z-Como siempre nos pasa, cuando no tenemos las cosas nos damos cuenta de su valor. Efectivamente en Colombia, el sistema educativo superior es muy diferente al nuestro. Primero todas las universidades se pagan, no solo las privadas. Hay muchísimas universidades privadas, por cada universidad pública hay tres privadas, por dar un ejemplo, conozco ciudades de Colombia que tienen una población menor a San Juan, y tienen entre 15 y 20 universidades. La cuestión es que nosotros hemos llevado muchos alumnos a Colombia y los alumnos vuelven sorprendidos. Esa es una de las riquezas del intercambio: darse cuenta de lo que uno tiene, de que uno está a la altura de los demás en cuanto a conocimiento, que tiene la oportunidad en Argentina de asistir a una universidad pública y gratuita.