En el Día de la Memoria, por la Verdad y la Justicia, la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UNSJ recuerda al estudiante víctima del terrorismo de Estado, reconstruye su historia y reafirma el compromiso con la memoria colectiva y los derechos humanos. ​

José Luis Olivarez nació el 21 de febrero de 1949 en la Ciudad de Comodoro Rivadavia, provincia de Chubut. Poco tiempo después, su familia se trasladó a la calle Matías Zavalla, antes de 25 de Mayo en San Juan. Allí estaba la vieja casa paterna de los Olivarez, que también había sido de sus abuelos. Fue hijo de Luis Ramón Olivarez, trabajador ferroviario del San Martín, y Clara Sixta Narváez, ama de casa y reconocida referente de la Agrupación Madres de San Juan, tras la desaparición de su hijo. El estudiante de Geología tuvo cuatro hermanos: María Cristina, Julio Cesar, Ana Rosario y Armando, los dos últimos (los mayores) de apellido Fisco.

Clara Sixta Narváez, mamá de José Luis Olivarez. Reconocida referente de Madres de Plaza de Mayo en San Juan.

Según recuerda su hermano Julio Cesar, José Luis cursó la primaria en la Escuela Normal Superior Sarmiento y la secundaria en la Escuela San Martín. Después entró a la Universidad a estudiar Geología “porque le gustaban mucho las piedras, a donde iba juntaba piedras”, relató con nostalgia Julio Cesar. Su hermano lo recuerda como un joven “muy reservado y estudioso”. “Sabíamos que le gustaba la política por los libros que tenía en casa y las conversaciones que tenía con nuestra hermana mayor”, dijo.

En efecto, Olivarez era un activo militante de la Juventud Peronista. El Geólogo Luis Rébori, compañero de Olivarez en la Universidad y por entonces militante del Movimiento de Orientación Reformista (MOR), recuerda a José Luis como una persona campechana, amable, simpática, comprometida con la militancia, pero que no se llevaba mal con nadie.

Olivarez ingresó a estudiar Geología a la Facultad de Ingeniería y Ciencias Exactas, Físicas y Naturales en 1973. Y ese mismo año fue parte de una activa camada de estudiantes que, acompañados por el distinguido profesor William Sill, logró impulsar la reforma del viejo plan de estudio de la carrera (hasta ese “acontecimiento histórico”, los estudiantes de Geología compartían formación en un ciclo básico con pares de Ingeniería y Arquitectura). En ese tiempo, la carrera se dictaba en las viejas aulas de madera del edificio de Av. Libertador y Urquiza.

José Luis Olivarez, estudiante de Geología, ávido lector y militante de la Juventud Peronista.

Además de Rébori, el joven Olivarez tuvo entre sus compañeros a varios estudiantes que años más tarde lograrían convertirse en respetados profesionales, entre ellos: Raúl Cardó, Pablo Dicindio, Carlos Monjo, Graciela Suvire, Osvaldo Bordonaro, Leonor Salinas, Gerardo Trenótola, Mónica Arturo, Martín Gómez Centurión y Carlos Torres.

Noche trágica

La noche del 16 de agosto de 1976, la familia Olivarez vivió una pesadilla que marcó sus vidas para siempre. José Luis, que por entonces tenía 26 años, fue secuestrado de su hogar de calle Las Heras, en Villa del Carril, en un violento operativo en el que también fueron víctimas su madre y su hermano, Julio César.

Según consta en el alegato de Fiscalía en el Juicio Oral por delitos de lesa humanidad, tramitados en la denominada “Megacausa II”, cerca de las 23 hs. de esa noche, un grupo de hombres armados irrumpió en la vivienda familiar. Mientras José Luis descansaba en su habitación, su hermano Julio Cesar y su esposa Ana María Solorzano, embarazada de siete meses, veían televisión en la cocina junto a su pequeña hija Karina.

Un golpe en la puerta rompió la tranquilidad. Julio César, creyendo que era su padre, abrió sin sospechar lo que estaba por ocurrir. Un desconocido le apuntó con un arma en la cabeza y dio la señal para que otros tres hombres ingresaran. Los atacantes se dividieron: dos fueron directamente al cuarto de José Luis, otro redujo a la madre, y el cuarto se quedó en la cocina, donde obligó a Ana María a dar la espalda mientras le apuntaba con un arma en la sien.

Julio César y su pequeña hija fueron obligados a esconderse bajo la mesa. José Luis apenas tuvo tiempo de decir: “Por favor, no le hagan nada a Karina, antes de ser sacado a la fuerza de su casa y subido a un automóvil celeste que desapareció en la noche.

A partir de entonces, su familia emprendió una incansable búsqueda. Su madre y su hermana peregrinaron por comisarías, unidades militares y organismos estatales sin obtener respuestas. Presentaron una denuncia policial el 17 de agosto, y en septiembre, la causa fue caratulada como “Rapto en perjuicio de José Luis Olivarez”. Se interpusieron múltiples recursos de hábeas corpus en los años siguientes, todos sin éxito.

El terrorismo de Estado secuestró y/o asesinó estudiantes, docentes, nodocentes y egresados de la UNSJ.

Con el paso de los años, la justicia logró reconstruir parte de lo ocurrido con José Luis. Testimonios recopilados en el juicio, por ejemplo, señalaron al represor Jorge Antonio Olivera como uno de los secuestradores. Pero su paradero nunca fue revelado.

Finalmente, la justicia argentina acreditó que el estudiante de Geología José Luis Olivarez fue víctima de privación ilegítima de la libertad con violencia y amenazas, seguida de homicidio agravado con alevosía y en concurso premeditado de dos o más personas. Su secuestro formó parte del plan sistemático de represión ilegal ejecutado por la dictadura militar en Argentina.

Bosque de la Memoria. En los jardines de la Facultad de Ciencias Sociales, un ejemplar de Acacia recuerda a José Luis Olivarez.

Hoy, a 49 años de aquélla tragedia nacional, el nombre de José Luis Olivarez es parte de la memoria colectiva de la Universidad Nacional de San Juan y del país. Y su familia, como la de miles de desaparecidos, le pide al pueblo argentino no resignar nunca el reclamo de Memoria, Verdad y Justicia. José Luis Olivarez, ¡Presente!