El Instituto Geofísico Sismológico “Ing. Fernando Volponi” cumple 70 años de vida en octubre. Para inaugurar las actividades celebratorias y en el Día Nacional de la Prevención Sísmica, Exactas comparte una semblanza de quien fuera el creador de esta unidad de investigación y una figura destacada de la sismología latinoamericana.

Fernando Séptimo Volponi nació en Tortona, provincia de Alejandría, Italia, el 17 de septiembre de 1910. Pisó suelo argentino por primera vez en noviembre de 1927, tras arribar al puerto de Buenos Aires en el viaje inaugural del buque “Augustus”, en compañía de Guido, uno de sus nueve hermanos.

Los recién llegados se encontraron aquí con parte de la familia, ya que los padres de Fernando habían vivido durante las últimas décadas del siglo XIX en la Argentina y los hijos mayores del matrimonio se quedaron viviendo en el país.

La odisea trasatlántica y el rotundo cambio de vida fueron solo algunas de las penosas vivencias que sufrió la familia Volponi como consecuencia de la Primera Guerra Mundial. En suelo argentino, la familia se radicó en la localidad San Andrés, provincia de Buenos Aires.

Certificado de nacimiento de Fernando Volponi. Italia, 1910.

Fernando terminó sus estudios secundarios en 1935 en la escuela Otto Krause, la primera institución de formación técnica que existió en el país. Y cinco años después, egresó como Ingeniero Mecánico y Electricista de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).

En 1941 realizó una especialización en Geofísica en el Instituto del Petróleo en la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA), formación que le abrió las puertas para trabajar en Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF).

El joven Fernando cursaba el primer año en la UNLP cuando conoció a la estudiante de Astronomía Alba Dora Nina Schreiber, una joven delgada con apariencia de alemana, que en 1943 se convirtió en su esposa y más tarde en la madre de sus tres (3) hijos: Clelia Ester, Carola Regina y Roberto Mario.

En los años de estudiante universitario, Fernando practicó varios deportes, aunque siempre tuvo preferencia por el vóley y la natación.

Don Fernando, acompañado por su hijo Roberto y su esposa Alba Schreiber, quien había nacido en abril de 1918 en Lanús y fue la primera mujer del país en doctorarse en Astronomía.

En la noche del 15 de enero de 1944, Volponi, que para entonces llevaba tiempo realizando trabajos de Magnetometría y Gravimetría Geoeléctrica en YPF, se enteró por la radio del devastador terremoto que acababa de dejar en ruinas a la Ciudad de San Juan. De inmediato, el joven profesional cargó en su valija el equipamiento que encontró a mano para realizar estudios de suelo y se incorporó a la delegación de ayuda que viajó a la provincia cuyana por orden del Gobierno Nacional.

El desafío implicó asesorar a las autoridades provinciales sobre la conveniencia de reconstruir la castigada ciudad en el mismo lugar o buscar otro emplazamiento. Para ese fin, Volponi fabricó una escala especial de uno a diez que permitió trazar líneas “isosistas” para medir la distribución de la intensidad del terremoto, tomando como referencia el daño en las construcciones de adobe.

Volponi realizó el trabajo con el aval del Consejo Nacional de Construcciones Antisísmicas y de Reconstrucción de San Juan (CONCAR), junto al director de ese organismo, coronel Heinecken, y los especialistas Capelletti (Buenos Aires) y Feruglio (Mendoza). La sugerencia de los expertos terminó siendo reconstruir la ciudad en el territorio original, con tendencia de crecimiento hacia el oeste, pero con normas de construcción sismorresistente.

El Ing. Volponi trabajando entre los escombros, tras el terremoto de 1977.

En 1947, Volponi renunció a YPF y se dedicó a escribir sobre los efectos de los sismos en diques, una producción que le valió, cinco años después, un reconocimiento de la Cámara Argentina de la Construcción. En agosto de ese mismo año recibió una propuesta laboral que resultaría una bisagra en su vida. Se trataba de un ofrecimiento para trabajar como inspector en la obra de construcción del Dique José Ignacio de la Roza. El telegrama estaba firmado por el Ing. Juan Victoria, que comandaba el proceso de reconstrucción de San Juan.

El paisaje montañoso, la calidez de su gente y, sobre todo, el deseo de conocer cada vez más sobre esas fuerzas que brotan de repente de las entrañas del planeta, para tratar de mitigar sus efectos, lo convencieron de que la provincia cuyana era “su” lugar en el mundo.

Una vez radicado con su familia en la tierra del prócer Sarmiento, Volponi se incorporó también, como docente e investigador, a la Facultad de Ingeniería, por entonces dependiente de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo). Además, comenzó a dar clases dos veces por mes en la Universidad Nacional de Córdoba.

En la montaña. Fernando Volponi y colaboradores.

Acorde con su visión vanguardista, el apasionado ingeniero piamontés comenzó a planificar y abrir camino en una temática hasta entonces inexplorada en esta parte del mundo. Sabía que había que registrar los sismos, decodificar sus mensajes, descubrir sus características y orígenes, y avanzar en lo que aún hoy sigue siendo un desafío para la sismología: las predicciones.

Con admirable dedicación y maestría logró construir en los talleres de la Escuela Industrial Domingo F. Sarmiento los primeros sismómetros y registradores, utilizando piezas originales y repuestos de heladeras. También diseño un modelo analógico para ubicar epicentros.

Los desarrollos “caseros” de Volponi permitieron captar hasta cuarenta sismos diarios, hasta entonces imperceptibles. Los resultados de las investigaciones alcanzaron relevancia internacional, generando el interés de profesionales de todo el mundo que llegaron a San Juan para conocer el funcionamiento de los originales aparatos. Esa trascendencia le valió al inquieto ingeniero obtener una beca de la Fundación Carnegie en Estados Unidos.

Sismógrafos mecánicos tipo Mainka, fabricados por Volponi y usados hasta 1980.

La pasión por la investigación y la mecánica le permitieron a Volponi concluir en 1950 con la primera red científica de estudio de sismos del país. Las estaciones de registros fueron instaladas en los fondos de los edificios escolares de los departamentos sanjuaninos Albardón, Rawson, Pocito y Caucete. Aquellos aparatos registraban los sismos en papel, lo que implicaba la tarea de cambiar cada semana y de manera manual el soporte de lectura.

En el camino de sistematizar el conocimiento que producía Volponi y sus colaboradores, la UNCuyo, a instancias de su principal impulsor, creó el hoy reconocido Instituto Geofísico Sismológico “Ing. Fernando Volponi” (ISGV). El lugar elegido para su emplazamiento fue el kilómetro 17 de la Ruta 12, frente al Jardín de los Poetas, en el departamento Rivadavia. Primero funcionó como estación sismológica y luego como instituto de investigación científica. La fecha formal de creación es el 29 de octubre de 1954, ya que ese día se publicó el decreto del Gobierno de San Juan, cediendo el terreno para su instalación.

Desde la dirección del IGSV, el Ing. Volponi promovió la formación de nuevos profesionales, instaló estaciones sismológicas en lugares clave del país para la registración de sismos, que personalmente atendió, y estableció relaciones con reconocidas personalidades, centros y organismos internacionales de investigación.

Las repercusiones alcanzadas por la tarea del IGSV fueron el puntapié inicial para la posterior creación del Instituto Nacional de Prevención Sísmica (INPRES).

Instituto Geofísico Sismológico “Ing. Fernando Volponi”. Fue creado el 27/10/1954 y está emplazado frente al Jardín de los Poetas, Rivadavia, San Juan.

Entre muchos logros profesionales, a Volponi se le reconoce ser miembro fundador de la Asociación Argentina de Geofísicos y Geodestas y de la Asociación Sismológica Argentina, y autor en 1962 del primer mapa de la regionalización sísmica del territorio argentino.

Como resultado de sus aportes, la UNSJ lo distinguió en 1982 como Profesor Emérito “por su extraordinaria dedicación a la investigación y enseñanza”, ya que “desarrolló una labor excepcional y de público conocimiento en el campo científico nacional e internacional de la investigación sismológica”.

También recibió el reconocimiento del fundador del CONICET y primer argentino en ser distinguido con un Premio Nobel en Ciencias, durante una visita a San Juan, el Dr. Bernardo Houssay, con quien tuvo una relación de amistad.

Ing. Fernando Volponi, conferencista internacional.  

El Ing. Fernando Volponi fue un apasionado de su trabajo. Así lo recuerda su hija Clelia, con una anécdota vinculada al terremoto de 1977 en Caucete: “antes de que terminara el primer remezón, ya había salido con seis cámaras fotográficas, nuestras y de los vecinos, para registrar los daños después de haber localizado el lugar del epicentro. Durante varios días salía temprano y volvía recién a la noche”.

Don Fernando también fue un hombre apasionado por el arte y la literatura, un investigador comprometido con su tiempo, siempre motivado por el estudio y la reflexión sobre la relación de la especie humana con la ciencia y la naturaleza.

En 1994, un año antes de jubilarse, mientras alternaba el trabajo con el placer de nadar en las aguas del Dique de Ullum, preparó y publicó un libro que tituló “Amemos la Naturaleza”; allí escribió: “Toda vez que el Hombre hace un experimento, es como una pregunta que hace a la naturaleza. La naturaleza siempre contesta con toda la verdad, pero el hombre solamente la puede entender parcialmente”.

Volponi, un hombre apasionado por la naturaleza.   

Don Fernando dedicó sus últimos años de vida a potenciar la relación con sus afectos más próximos y profundizar sus conocimientos sobre aquellos temas que siempre lo apasionaron. En la casa del Barrio Del Bono, acompañó a su esposa Alba en la enfermedad hasta el último día.

A inicios del presente siglo, solía levantarse temprano a leer y escribir. Seguía con especial interés las novedades del ámbito científico y cultural de San Juan, aunque las visitas al IGSV, que hasta entonces eran regulares, comenzaron a espaciarse. Lo mismo que los encuentros con sus amigos, donde revivía el placer de tocar la mandolina.

Luego de una corta enfermedad, Fernando Volponi falleció el 5 de febrero de 2002, a los 91 años, dejando como herencia “su inquebrantable respeto por la naturaleza, su contagioso entusiasmo, su enorme capacidad de trabajo y su sana tozudez, como paradigmas para las jóvenes generaciones que prosigan por el camino de las Ciencias de la Tierra”, tal como lo dijo el destacado geofísico Antonio Introcaso.

Fernando Séptimo Volponi (1910-2002), piedra angular de la sismología en la Argentina.

“VOLPONI FUNDÓ LA GEOFÍSICA EN SAN JUAN”

Dr. Francisco Ruiz – Director del IGSV de la FCEFN – UNSJ.

El Ing. Volponi fue quien fundó la geofísica en San Juan, sentó los cimientos de la sismología y la geodesia aplicadas a entender los procesos tectónicos que genera el fenómeno “terremoto” en esta comarca. Además de colaborar en la reconstrucción segura del San Juan devastado por el terremoto de 1944, dedicó el resto de su vida a la investigación en Ciencias de la Tierra.

Con sus estudios contribuyó a consolidar, desde San Juan, la teoría de la Tectónicas de Placas. Para ello, a comienzos de los 70´, antes de la consolidación de este paradigma, Volponi descubrió lo que llamó la “anomalía cronométrica” bajo la Cordillera de los Andes. Esto fue interpretado como un retardo de las ondas sísmicas que llegaban a las estaciones sismológicas instaladas por Volponi en Los Andes sanjuaninos.

Su explicación es el recorrido de las ondas sísmicas por la corteza engrosada de la placa Sudamericana y la compleja subducción sub-horizontal de la placa de Nazca producto del choque (convergencia tectónica) entre ambas. Debido a que la placa de Nazca viaja a 6.5 cm por año hacia la placa Sudamericana, que también va a su encuentro.

Estos hallazgos se hicieron desde laboriosos experimentos sismológicos con una red de sismógrafos mecánicos, lo que requería salir todos los días en camioneta a cambiar los papeles ahumados a siete registradores que estaban distribuidos en el Valle de Tulúm, Precordillera y Cordillera.

El mantenimiento de la red sismológica implicaba sincronizar cronómetros mecánicos, reemplazar y fijar los papeles de cada registrador, luego en el Instituto, leer las señales de los sismos con lupas y finalmente interpretarlas. Además, diseñó una Mesa de Hipocentros, que era una computadora analógica, donde se podían localizar el epicentro y la profundidad de los sismos. Un proceso vanguardista para la época.

Esos experimentos significaron una proeza, vistos con los ojos de las investigaciones que hacemos hoy en el IGSV con equipos sismológicos digitales, cuyas señales se graban en disco y se reciben en tiempo real vía Internet. El procesamiento se hace con softwares de alto rendimiento que detectan los sismos en forma automática. Esto facilita mucho la labor del sismólogo que puede dedicar más tiempo a sus investigaciones.

El Ing. Volponi, también estudió la deformación de la superficie topográfica que generan los procesos tectónicos relacionados con los terremotos en San Juan y Mendoza. Para ello se valió de técnicas geodésicas (nivelaciones geométricas y lecturas gravimétricas de precisión). Con enorme esfuerzo condujo mediciones y remediciones de cientos de kilómetros en monumentos topográficos (puntos fijos) para estudiar la preparación (antes del terremoto) y la ruptura provocada por los sismos.

Una de las contribuciones científicas más relevantes fue la determinación de la deformación vertical (1,3 metros) que se midió al este del Cerro Pie de Palo, producto del terremoto de 1977. Estas tareas, iniciadas a mediados del siglo pasado son esenciales, por lo que son continuadas hoy por los investigadores del IGSV, aplicando técnicas modernas como GNSS (GPS), microgravimetría, procesamiento de imágenes satelitales y exploración geofísica para detectar las estructuras que tienen potencial para generar terremotos destructivos“.

Fuentes consultadas:

  • Entrevistas a Clelia y Carola Volponi.
  • Tópicos de Geociencias. Editores: Silvia Miranda, Alfredo Herrada y Jorge Sisterna. Editorial EFU UNSJ, 2004.

Aportes gráficos: Familia Volponi

GALERÍA:

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