Sonia Grisel Ortiz nació el 13 de diciembre de 1957 en el seno de una familia de clase media en San Rafael, Mendoza. En esa ciudad transcurrieron sus años de infancia entre las actividades escolares y los juegos de plaza con sus amigos del barrio y Silvia, su única hermana.
Hija de una ama de casa y un empleado bancario, Grisel supo de pequeña que su porvenir se forjaría a través del estudio. Y fue en la escuela secundaria donde perfiló sus preferencias y se enamoró de la Biología, la disciplina que marcaría su vida.
El referente e inspirador vocacional de Ortiz fue el Dr. Humberto Antonio “Tito” Lagiglia, antropólogo, arqueólogo, naturalista y director del Museo de Historia Natural de San Rafael. Con él aprendió a herborizar, taxidermizar y realizar varias otras actividades ligadas a la disciplina. Gracias a él también comenzó a colaborar en el citado Museo y años más tarde a trabajar en el Instituto y Museo de Ciencias Naturales (IMCN) de la Facultad de Ciencias Exactas Físicas y Naturales (FCEFN) de la UNSJ.

En Salinas de Mascasin. “Proyecto Desertificación”. Mabel Allende, Victor Sanchez, Grisel Ortiz (de negro), Adriana Bracco y Justo Marquez.
A fines de la década del 70, Grisel comenzó a dictar clases en escuelas técnicas agrarias del sur de Mendoza, mientras estudiaba el Profesorado Superior en Ciencias Biológicas y Geografía. Esas primeras experiencias en la docencia, que incluían intervenciones comunitarias colaborativas con alumnos, técnicos y vecinos, configuraron en ella una huella identitaria que combinaba con pasión la Biología y el compromiso social.
Una vez recibida comenzó a trabajar en la Facultad de Ciencias Aplicadas a la Industria de la Universidad Nacional de Cuyo. Allí estuvo a cargo de las prácticas de laboratorio de varias carreras.
En el año 1981 Grisel contrajo matrimonio con el sanrafaelino Rolando Aguilar, estudiante de Arquitectura de la UNSJ, y de inmediato se radicó con él en San Juan. En esta provincia, la joven profesora (23 años), trabajó en varias escuelas de nivel medio e integró después el equipo docente del flamante Profesorado de Ciencias Naturales, más tarde Profesorado en Biología, dependiente del Ministerio de Educación local.
Por entonces las personas dedicadas a la Biología en la provincia eran pocas, la disciplina comenzaba a expandirse y había mucho por hacer. Era un escenario ideal para el desarrollo profesional de la joven Grisel; sin embargo, antes que eso ocurriera, el destino la puso a prueba con un duro golpe. En 1982 una repentina y cruenta enfermedad se llevó a su pareja.
La pérdida la marcó con un indescriptible dolor y sus planes y permanencia en San Juan quedaron en duda; pero el afecto y la solidaridad de compañeros, amigos y conocidos le ayudaron a sobrellevar las consecuencias de la tragedia y se quedó en San Juan. Aquí volvió a empezar y construyó una exitosa carrera profesional. Además, formó pareja y tuvo tres “maravillosas” hijas.
Grisel Ortiz fue la primera profesional con formación disciplinar en Biología en ingresar a la FCEFN. En el IMCN, donde llegó a ocupar el cargo de subdirectora, creó formalmente el Área de Biología, fundó el Laboratorio de Estudios Microhistológicos de animales nativos herbívoros y fue una gran promotora de convenios de vinculación que abrieron caminos en la relación del Museo con la comunidad en lo referido a la Biología.
Un capítulo destacado en la vida profesional de la profesora Ortiz fue su formación en la Maestría en Educación Ambiental en el Instituto de Investigaciones Ecológicas de la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza en Málaga, España. Allí abordó el tema de la desertificación y la biodiversidad como problemática ambiental grave en San Juan, tras lo cual se dedicó a volcar la experiencia a través de capacitaciones destinadas a docentes y alumnos de todos los niveles educativos. Luego haría de esta temática uno de los ejes centrales de sus proyectos de investigación y extensión, intervenciones sociales, ponencias en congresos, cursos de posgrado y numerosas publicaciones científicas.
A inicios de la década del 90, a partir del trabajo realizado en el IMCN, la Mg. Grisel Ortiz se erigió como una referente de un grupo de profesionales que había decidido impulsar con fuerza el proyecto de formación superior en Biología en la UNSJ. Entre los entusiastas promotores de la creación de la nueva carrera estaban los biólogos Fernando Murúa, Graciela Pastrán, Justo Márquez, Juan Carlos Acosta y Francisco Maldonado. El ansiado anhelo se haría realidad en 1995 con la creación de la Licenciatura en Biología, carrera que comenzó a dictarse al año siguiente en la FCEFN, con la Mg. Ortiz como coordinadora general.
Con la impronta de Grisel y su equipo de trabajo, la carrera tuvo desde sus orígenes las marcas de la educación ambiental, la promoción del trabajo interdisciplinario y el fomento de prácticas de la economía social y solidaria, aunque por entonces no se las reconociera con ese nombre. En esos años se firmaron las primeras actas complementarias con otras universidades, gobiernos y parques nacionales que contribuyeron exponencialmente al desarrollo y prestigio de la carrera y la disciplina.
En paralelo a la actividad docente, Grisel también se dedicó con pasión al estudio de la fauna urbana de aves de San Juan y a los temas ambientales en general en áreas protegidas. Sus mayores esfuerzos estuvieron centrados en diagnosticar los procesos de desertificación y en la búsqueda de bioindicadores en áreas degradadas de San Juan, aunque también sumó experiencia en el campo de la Zoología, Ornitología, Ecología Urbana y Ecología Trófica.
Hasta su retiro jubilatorio en 2019, la Mg. Ortiz coordinó equipos de trabajo y desarrolló innumerables actividades de investigación, docencia y extensión.
También ocupó importantes representaciones y cargos de gestión, desde donde siempre promovió la Biología como herramienta de transformación social; entre esos cargos se destacan, además de la citada coordinación de la carrera de Biología, la jefatura del departamento del Profesorado en Ciencias Naturales de San Juan; la coordinación del Programa Permanente de “Evaluación de la Flora y Fauna sanjuanina como Recurso Natural Renovable” de la FCEFN; la representación de la UNSJ ante la Secretaría de Recursos Naturales y Desarrollo Sustentable de la Nación en la primera reunión de Educación Ambiental para universidades; la Secretaría de Extensión de la FCEFN y la ya citada subdirección del IMCN, acompañando la gestión del director Oscar Alcober.
Hoy la Mg. Grisel Ortiz continúa colaborando con la universidad pública, realizando asesorías sobre temas relacionados con Ornitología urbana y asuntos ambientales específicos vinculados con las Áreas Naturales Protegidas.
Por todo lo que hizo, por la forma de hacerlo y por sus condiciones humanas, la Mg. Grisel Ortiz es una figura insoslayable en la historia de la FCEFN y también una referencia ineludible en el desarrollo disciplinar de la Biología en San Juan.
¨Grisel es una apasionada profesional que supo inculcar en sus estudiantes el amor por la Biología desde el mismo momento en que ingresaban a la carrera. Como una de las primeras docentes con las que tuvimos contacto, su entusiasmo y devoción por la materia eran palpables, inspirando a cada uno de nosotros a sumergirnos en esta hermosa disciplina. Junto a otros colegas tuvo la visión de forjar un camino donde las ciencias exactas se entrelazaban con las preocupaciones sociales, apostando así a la creación de un perfil socioambiental de la carrera, permitiendo una comprensión más completa y holística de la Biología. Grisel fue una guerrera incansable que luchaba por sus estudiantes y por la mejora continua de la educación. Su compromiso inquebrantable y su capacidad para contener a sus estudiantes, brindándoles apoyo en cada paso del camino, hicieron de ella una figura querida y respetada en nuestro entorno académico”.
“El compromiso y profesionalismo con que Grisel aborda su trabajo han sido motores muy importantes para la conformación de equipos interdisciplinarios en docencia, investigación y extensión en la FCEFN. Su perseverancia y capacidad de gestión permitió que nunca bajáramos los brazos, a pesar de no tener siempre condiciones favorables para la implementación y desarrollo de la Licenciatura en Biología. Estudiantes y docentes de la carrera, conocemos su generosidad que va más allá del asesoramiento profesional, es brindar sus libros, su casa, su tiempo para quien necesite un consejo, contención, una guía. Grisel estuvo a cargo del dictado de la primera materia biológica de la UNSJ sin contar con aula, laboratorio, microscopios; aceptó el desafío sin dudarlo y así empezó a transitarse el camino de la carrera de Biología en la UNSJ. Ojalá este ejemplo continúe siempre en nuestros claustros”.
SAN JUAN, EL DESIERTO Y LAS AVES
Responde la Mg. Sonia Grisel Ortiz
¿Qué tanto afecta la desertificación a San Juan?
Desde nuestra experiencia en investigación y extensión pudimos comprobar que es uno de los problemas ambientales más graves de la provincia. A las condiciones naturales de su aridez, que por sí la convierten en altamente vulnerable, hay que sumarle las acciones inapropiadas del hombre, que por desconocimiento, en la mayoría de las casos, hizo que los procesos de deterioro se agravaran.
¿Cuáles son esos procesos?
Una de las acciones negativas más destacadas es la tala indiscriminada de los bosques nativos. Un ejemplo lamentable es la pérdida de nuestros bosques de algarrobo que fueron usados en el ferrocarril para postes, leña, muebles y muchos otros usos. Lo mismo pasó con los bosques nativos de retamos para extraer cera. Ambos casos son claros ejemplos de usos inadecuados, ya que antiguamente se cortaban las plantas enteras, dejando en el campo tristes muestras de tocones, sin capacidad de regenerarse.
¿Qué consecuencias tiene la pérdida de los bosques nativos?
Trae aparejada la reducción numérica y pérdidas de poblaciones de otras plantas y animales cuyos ciclos vitales están relacionados con la presencia de esos bosques. Esto es lo que empezamos a investigar desde 1993 con nuestro grupo interdisciplinario de trabajo en el área Biología del IMCN; es decir, trabajamos en la evaluación y detección de indicadores de esos procesos de deterioro. Estos aportes se hicieron en Valle Fértil y en la depresión del Bermejo de Jáchal.
¿Qué otros factores favorecieron la desertificación?
El uso inadecuado del agua, siendo un bien tan escaso; el tipo de riego en la agricultura, en los ambientes urbanos y en otras explotaciones; la introducción de diferentes especies ganaderas sin hacer rotación de ellas en sus campos, impidiendo la regeneración de pasturas naturales e impidiendo el cuidado de los suelos. Todas esas acciones contribuyen a los procesos de desertificación.
¿Hoy hay más conciencia de estos problemas?
En el pasado se creía que el ambiente natural tenía recursos inagotables, hoy esa postura es considerada errónea y hay pruebas suficientes de ello. Es un desafío para San Juan seguir investigando, evaluando, concientizando y desarrollando estrategias conjuntas para frenar estos procesos de deterioro. Deben tomarse acciones sostenidas por la Educación Ambiental desde los primeros niveles e involucrando a todos los actores sociales por igual.
La Universidad está llamada a cumplir un rol clave en esto…
Así es, por eso desde el Instituto y Museo de Ciencias Naturales desarrollamos talleres y cursos para alumnos y docentes. También creamos el Herbario Provincial, que es una colección de plantas, debidamente identificadas y conservadas, que constituyen un patrimonio de la flora de San Juan; allí se encuentra la única colección de plantas vasculares nativas y exóticas de la provincia. También creamos el Laboratorio de Estudios Microhistológicos, equipado para estudiar la dieta de nuestros animales herbívoros y profundizar esta línea de conocimientos.
¿Considera que se están enfrentando con eficacia estos problemas?
Yo veo mucho compromiso y estoy esperanzada. Tanto la tala indiscriminada como el mal uso del agua están en proceso de planificación y remediación. Sin dudas la incorporación de nuestros biólogos egresados en organismos oficiales y la continuidad en los proyectos de investigación y extensión en estas temáticas han permitido fortalecer estos planteos conservacionistas iniciales.
Sobre la problemática de las aves no pareciera haber el mismo compromiso…
En esto también es fundamental el abordaje desde la educación ambiental con el compromiso del sistema educativo y de todos los actores sociales. Hay que poner en valor el rol que cada especie tiene en el ecosistema y seguir trabajando en el cambio de antiguas prácticas. Por ejemplo, en los ambientes rurales, los adultos solían regalar a sus niños hondas para cazar pajaritos, asumiendo esta práctica como una recreación. Este concepto de la “muerte sin importancia” de las pequeñas aves ha ido cambiando y hay que erradicarlo definitivamente. En ese desafío los niños son muy importantes, ellos han ido rebatiendo falsas creencias en sus familias e imponiendo estas nuevas miradas.
Entonces, es optimista con respecto al futuro.
Tenemos progresos importantes. A las actividades que realizan los grupos de investigación y extensión de Biología de la FCEFN hay que sumar otras iniciativas valiosas. Por ejemplo “Aves Argentinas” ha creado un COA (Club de Observadores de Aves), que trabaja por la conservación de las aves silvestres y sus ambientes y cumple un rol muy importante en el reconocimiento y difusión de las especies. También hay un trabajo permanente en las Áreas Naturales Protegidas, con participación de algunos municipios, y se ha creado el Parque de la Biodiversidad en Rivadavia, por citar algunos esfuerzos. Todo esto está contribuyendo a que muchos sanjuaninos tengan una mirada integral y conservacionista de nuestro ambiente.