La biodiversidad de San Juan hoy y la del futuro

(Entrevista de Ivana Moya)

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El doctor Eduardo Pucheta es biólogo, docente e investigador de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UNSJ. El mismo destacó cuáles son las características de la diversidad biológica que posee nuestra provincia y cómo imagina el escenario natural del futuro. “Creo que es fundamental la educación ambiental y un rol activo del Estado”, destacó.

A grandes rasgos tenemos tres grandes regiones biogeográficas en nuestra provincia, con mayor predominancia de la región del Monte en áreas de llanura, en menor proporción las regiones de alta montaña como la Puna y Altoandino  y por último, la distribución  más occidental del Chaco árido en las llanuras orientales. “Eso hace a San Juan una provincia con una potencial biodiversidad alta”, destacó el profesional consultado para la oportunidad. “Y si hablamos del estado de esa biodiversidad, diría que San Juan en relación a otras provincias ha tenido mejor suerte en lo que a conservación de ambientes naturales se refiere, sobre todo, porque ha sido bastante menos impactada que otras regiones que son más productivas”.

En general los factores que han afectado la diversidad biológica en las zonas bajas son diversos y para analizarlos hay que remontarse bastante en el tiempo. Uno de los principales factores se produjo en la época de la colonia y del impulso de los ferrocarriles, cuando más se impactaron los sistemas naturales de Argentina en la búsqueda de madera para durmientes y leña como combustible, impactando principalmente sobre los algarrobales. Las áreas más impactadas por actividades de extracción de madera y leña y por la ganadería de ganado vacuno ha sido el este de la Provincia, consideró el doctor Pucheta. Por otro lado, en áreas del Monte, se comenzaron a utilizar los postes y estacones de retamo para la construcción de los viñedos con el crecimiento de la actividad vitivinícola, impactando sobre las poblaciones de esta especie.  Otra actividad tradicional muy extendida en todo el Monte es la cría de cabras, la que produce un impacto importante sobre la diversidad de plantas y sobre el estado de conservación de los suelos, generando problemas de degradación en buena parte de la provincia. Aún así, “en términos generales, si nos comparamos con otras provincias, no está tan mal San Juan”, consideró.  A su vez, el biólogo consideró que en lo que es degradación de la diversidad, el mayor problema lo tiene el Monte que es el área más extendida de toda la provincia, pero no por gran impacto humano, sino porque es un área que tiene poca capacidad de recuperación. “Es un área que tiene muy baja resiliencia, es decir lo que llamamos nosotros la capacidad de recuperación y respuesta de un sistema luego de una perturbación”, agregó.

Algunos de estos problemas relacionados con el impacto del bosque nativo es posible que se reviertan en un futuro no muy lejano gracias a la implementación de la ley de presupuestos mínimos del bosque nativo, la que desde su reglamentación está generando la posibilidad de aplicar modelos de manejo más sustentables.

En cambio, en los ambientes andinos el problema para la biodiversidad lo representa la minería, sobre todo la megaminería que es la actividad que produce mayores impactos ambientales. Los problemas para la biodiversidad no sólo se refieren a la pérdida potencial de especies en los sitios donde se encuentran los proyectos mineros, sino que pueden presentar riesgos ambientales que se podrían trasladar fuera de las áreas de extracción y procesamiento del mineral, afectando organismos que se encuentran muy alejados de la cordillera, por ejemplo los impactos que podrían producirse por vertido accidental de fluidos ácidos a los acuíferos.

Pero lo importante de la charla con el doctor Pucheta no recayó en los conceptos teóricos que nos explicó ni en el diagnóstico que hizo de San Juan  en este plano, sino que su experiencia le permiten dar una opinión respecto de las posibles soluciones que se pueden plantear para bajar la intensidad de uso de los sistemas naturales.

“Para mejorar la calidad de vida de la gente que vive en el Monte junto a la conservación de los ecosistemas, lo mejor es la complementación de actividades que reúnan necesidades de las sociedades urbanas con aquéllas de las comunidades campesinas, como actividades no extractivas basadas en servicios educativos, culturales y turísticos, lo que se conoce como ecoturismo”, subrayó el profesional.

Prospecciones futuras

Veo cambios que se pueden dar en función de la toma de conciencia por parte de la población y desde la activa educación ambiental, en el cambio de actitudes personales está la clave”, destacó de manera optimista el doctor Pucheta. “Hay un cambio de actitud en los más jóvenes, los chicos hoy tienen un gran respeto por la naturaleza que es fundamental para plantarlos con otra actitud en el futuro”, agregó. “Lo más importante es cuál es mi actitud frente a la naturaleza. Por eso hay que apuntar a la educación ambiental como primer motor de la conservación y el respeto por la naturaleza, sobre todo en los más chicos”.

Otro aspecto que consideró fundamental el doctor Pucheta es el rol del Estado frente al uso de los recursos naturales. “Ahí es clave no sólo la legislación, sino también la capacidad que tiene un Estado para controlar que ésta se cumpla. Y ese último es el aspecto más débil que yo veo en la gestión pública. Sin concienciación, sin educación ambiental y sin el control del Estado no se puede hacer nada. Los tres aspectos son igual de necesarios”.

Como punto negativo, el doctor Pucheta lamentó que a diferencia de otras sociedades “todavía no hemos incorporado la necesidad de mantener nuestros ecosistemas sanos, lo que en definitiva nos beneficiaría porque permite mantener servicios clave, como la provisión de  bienes, recursos y los hábitats para la fauna nativa.

Pero su mensaje final fue por demás positivo en cuestiones relativas a la conservación y el cuidado de la diversidad y el medio ambiente: “Veo como un proceso interesante que no tiene vuelta atrás la toma de conciencia ambiental que se va dando en distintos sectores de la población. Yo nunca pierdo la esperanza porque veo que los niños hoy tienen una conciencia ambiental muy grande, ya tienen incorporadas actitudes de defensa de su ambiente y de los ecosistemas en los que viven. Creo que ese es el primer paso que estamos ganando como sociedad”.